lunes, 4 de abril de 2011

Los seres humanos y la torre de "Babel"

Photobucket “Hace mucho,mucho,mucho tiempo, había una ciudad llamada Babilonia. En aquel entonces la gente hablaba el mismo idioma, no existía el inglés,el francés, el español… Dios decidió tomarse unas vacaciones y dejó de vigilar la tierra. En su ausencia la humanidad estrechó lazos y comenzaron a crear un sólo espíritu. Con la curiosidad que los (nos) caracterizaba volteaban su mirada al cielo e iniciaron una enorme torre para poder alcanzar y acceder a el. Dios se dio cuenta y se molestó al ver la ambición y el empuje de los hombres. Cómo castigo, destruyó la torre y esparció a toda la población a lo largo del planeta. Nuestra condena fue hablar distintos idiomas, creer en distintas ideologías y separarnos de los más cercanos.”

“Babel” de Alejandro González Iñárritu es una película, que versa sobre las barreras que nos separan a los seres humanos. Más allá de la obviedad de los distintos idiomas, el verdadero corazón de la historia de Iñárritu es el poder y la destrucción de la incomunicación entre nuestros iguales. La incomprensión, el dolor y la ira de la vida moderna influida por el capitalismo, las nuevas guerras y las diferencias entre los países del primer/tercer mundo es el pivote para contarnos la(s) conmovedora(s) historia(s ) de los tristes personajes que rodean y habitan en “Babel”, escrita por Guillermo Arriaga, la historia es un dejo de violencia, tragedia y humanidad.

Cuatro historias unidas por un accidente provocado por una “inocente travesura”. La primera de ellas se desarrolla en Marruecos: Ahmed y Jussef son dos niños que jugando con un rifle, que su padre les dio para cuidar su rebaño de ovejas, disparan a un autobús donde viajan Richard y Susan, un matrimonio norteamericano que pasa por una grave crisis y una consiguiente separación, siendo ella herida de gravedad por la bala perdida de Ahmed y Jussef. La tercera historia se desenvuelve en San Diego. Amelia está esperando a que sus patrones regresen de vacaciones, para poder ir a la boda de su hijo en Tijuana. Sin embargo un terrible accidente, impide llegar a sus jefes a tiempo. Presionada por el evento de su hijo, Amelia toma a los niños a su cargo, Mike y Debbie y cruza la frontera, sin la autorización de los padres. La última historia se muestra en Tokio, donde conocemos a Chieko, una adolescente sordomuda que sufre de depresión, producto del suicido de su madre. Ella recorre las calles de su ciudad en busca de alguna muestra de amor y cariño. Su padre, Yasujiro, afectado también por el deceso de su esposa, no sabe como acercarse a su hija.

Llevando al extremo la inerte humanidad de los personajes que recorren una historia que, contrario a lo que se piensa, muestra pausada y tranquilamente el puzle del guión, “Babel” es un alegato en contra de las ideologías de la humanidad. Armada, como aquella pequeña obsesión que desde chico me seduce, como una pequeña esencia, un aire invisible que nos une a todos, abanando conexiones que no caen lo obvio, sino en lo sutil. Seres humanos en el celuloide que están conectados, a miles de kilómetros de distancia, emocionalmente.

Trataré de no obviar sobre qué pasa en la película. Durante dos horas y media vemos fluir los sueños más nobles con los finales más tristes. Filmada con mucho amor, pero también con mucho dolor gracias a la intermisión de puntos de vista adultos (Susan,Richard,Amelia,Yasujiro) e inocentes ( Debbie,Mike,Chieko,Ahmed,Yussef). De ahí parten las escenas entrañables: la perspectiva de Tijuana desde los niños norteamericanos, el momento de intimidad de Richard y Susan, el trágico final de Amelia, el recuerdo de Ahmed jugando con el viento junto a su hermano, Chieko discutiendo con su padre. Es muy triste e impactante estar frente a las llagas de estos personajes, pero creo que todas estas bardas son las que están dentro de nosotros mismos, gracias a la religión, las políticas, las filosofías, a los silencios impuestos por nosotros mismos.

Terminar de ver “Babel” te deja cansado, adolorido, con el corazón pesado por la electricidad de la historia que alcanza momentos operísticos en sus últimos 20 minutos. Ese es el mérito de las grandes películas, dejarte con algo en la mente, en tu experiencia humana; que sacuda y te lleve a un completo viaje emocional. Uno se pierde fácilmente, queriendo buscar emociones, en el carnaval de la experiencia con personas distintas a uno, en lugares exóticos, con intensidad, con belleza. Intensidad. Nostalgia de perder aquello que se sabe que no se va a volver a vivir. Sí eso es lo que buscas, creo que “Babel” es tu película. Para la experiencia de este cinéfilo, que con sus pocas virtudes e infinitas limitaciones en el cine, “Babel” ya forma parte de mi vida.

1 comentario:

  1. El soundtrack es hermoso, bueno, debo confesar que tengo una ligera adicción emocional (por llamarla de algún modo) con Gustavo Santaolalla, pero la verdad es que la magia de estás películas no sería lo mismo sin el instrumento musical de este hombre, Babel es Perrisima, me gusta un poco más Biutiful, y hace unos días vi apenas 21 Gramos pff, qué película tan poderosa, creo que tiene que ver con el momento de mi vida en que la vi.... Por cierto, saludos tocayo, un gran abrazo!(Me imagino ya ni te acuerdas de mí, no hay pedo, haha)

    MemoPozos (memmocabala)

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